En el análisis de la estructura social de la
sociedad que hace Dahrendorf distingue, en primer plano, la coexistencia de dos
teorías contrapuestas como explicación del hecho social:
·
La
teoría de la integración, cuyo máximo representante es T. Parsons, afirma que
todo sistema funcionalmente integrado, mantenido en una situación de equilibrio
mediante la institucionalización de determinados procesos representa una
situación de orden.
·
La
teoría de la dominación, muy
influenciada por las ideas de K. Marx, define en contrario que una unidad
estructural es una asociación de dominación que se mantiene unida por medio de
la coacción y que lleva en sí misma el germen de su superación, por lo que en
este sentido representa algo inestable, en mutación permanente.
Existen, por lo tanto, en la
actividad social, fenómenos que solo pueden ser explicados apelando a la teoría
de la integración, como son los procesos
de ordenación jerárquica de los cometidos o funciones. Por otra parte, existen también
fenómenos para cuya explicación se precisa de la teoría de la dominación, como
el conflicto de clases.
Debido a esto, dominación e
integración son también conceptos que se corresponden y ambos califican,
asimismo, dos lados de una relación asimétrica. La misma estructura social, que
desde el punto de vista de la teoría de
la integración aparece como un sistema funcional sin fricciones, es para la
teoría de la autoridad un conglomerado explosivo, mantenido coherentemente
mediante la coacción. Ninguna de ambas teorías es, por tanto, falsa; sino que a cada una corresponde una serie de
fenómenos. De lo que se trata es de averiguar cuál es aplicable en cada caso.
Sin embargo, a la hora de analizar algo como la formación de la estructura de
clases; la explicación que tiene mayor acogida es la de la teoría de la dominación.
Según la teoría de la
formación de clases; en toda asociación de dominación pueden diferenciarse dos
cuasi-grupos unidos por intereses latentes de clase. La orientación de estos
intereses aparece determinada, en cada caso, por la participación o exclusión
del poder. De los cuasi-grupos se reclutan los grupos de intereses, cuyos
programas articulados defienden o impugnan la legitimidad de la estructura de
dominación existente. Dos de estos grupos
aparecen en conflicto en toda asociación de dominación. No obstante, hay
que añadir que la constitución de los grupos de intereses organizados solo es
posible, empíricamente, cuando el reclutamiento procedente de los cuasi-grupos no es casual, sino que
obedece a una ley estructural.
Las condiciones empíricas de
la organización son, de esta manera, formuladas como supuestos para la
formación de las clases, pero su acción va más allá de su constitución. También
para los grupos organizados de intereses estas condiciones constituyen factores
de importancia. Una carencia relativa de las condiciones técnicas, políticas y
sociales para la organización pueden influir en la actuación de los grupos
organizados de intereses e incluso, en ciertas
circunstancias, determinar su disolución. Las ideologías pueden perder
su valor programático, su vigencia, cuando con
posterioridad a su formulación se producen cambios estructurales de
importancia; los partidos pueden superar un periodo sin jefatura, y la forma de
reclutamiento de los cuasi-grupos puede variar.
Pero hay que distinguir,
adicionalmente, dos grupos de factores que en cierto modo actúan también como
condiciones empíricas de la organización de las clases, pero que, sobre todo,
influyen en su existencia una vez que los grupos de intereses aparecen
organizados: la movilidad social y la psicología de los miembros
de las clases.
·
Desde
el punto de vista de la movilidad, se han de distinguir dos formas
fundamentales de clases. Mosca denomina a una clase aristocrática, que se
esfuerza por conservar el poder para los sucesores de quienes en cada momento
lo ejercen, y a la otra, la clase democrática, caracterizada por la tendencia a
la renovación de la clase dominante mediante la ascensión de personas
procedentes de la clase dominada.
Weber, por
su parte, utiliza la terminología de clases cerradas y abiertas; cuando la ocupación de posiciones de
autoridad se basa en criterios de adscripción a la persona y es, por tanto,
hereditaria, nos hallamos ante una clase
cerrada. Las clases abiertas son, por su parte, formas dadas de un contenido
cambiante y que pueden ser escalonadas según el grado de movilidad. De hecho,
se puede considerar que la intensidad del conflicto de clases se va reduciendo
a medida que aumenta el grado de apertura de una clase.
Esta
relación fue muy subrayada por Marx, cuando oponía a la “concurrencia entre los
individuos” la “solidaridad de los grupos”.
De este
modo, si el individuo percibe la posibilidad de ascender a la clase dominante,
estará menos propicio a declararse plenamente solidario con la clase a la que pertenece.
La
movilidad social constituye un fenómeno estructural que desvía las motivaciones
individuales del conflicto entre los grupos y que impulsa aquellas hacia la
elevación individual o, cuando menos,
familiar.
·
La
formación de los grupos de intereses precisa, además, de determinadas
condiciones técnicas, políticas y sociales, otras de naturaleza psicológica,
como por ejemplo, la identificación con las perspectivas que van ligadas a las
funciones de autoridad. Se distinguen tres posibilidades:
- En la esfera de los grupos de intereses, la participación consciente y
deseada del individuo constituye un supuesto definitorio. Los intereses manifiestos
son realidades psicológicas. Su existencia ni puede suponerse ni deducirse de
las condiciones técnicas, políticas y
sociales de la organización.
- Un segundo cometido de la psicología de las clases sociales es más bien de
naturaleza fenomenológica, y se refiere a las características y causas
determinantes, de naturaleza física, de los intereses manifiestos y a la
solidaridad entre los grupos de intereses que aquellas originan.
- En tercer lugar, se plantea que la intensidad de los intereses manifiestos de clase se
reducen en el individuo cuando se trata de clases abiertas. No hay que pensar,
sin embargo, que el grado de apertura de las clases constituye el único factor
determinante del grado de intensidad de identificación con aquellas.
Mas
como desde el punto de vista del individuo su posición
dentro de una asociación de dominio solo representa un sector, posiblemente muy
limitado, de su personalidad social,
esto es, una faceta que compagina con muchas otras, resulta que su pertenencia
a una clase está determinada solamente por un aspecto limitado de su
personalidad.
Asentada la dicotomía entre clase dominante y clase dominada, conviene
analizar las características intrínsecas a cada una de ellas:
·
Tanto
Pareto como Mosca caracterizan a las clases dominantes por medio de una serie
de particularidades propias; Pareto habla de “capacidad de acción”, de
“instinto de combinación” y otras peculiaridades. Mosca va más allá, considera
que las minorías dominantes están integradas, generalmente, por individuos que
superan a la masa de los dominados en aspecto material, intelectual e incluso
moral. En general considera fundamental que las clases dominantes están mejor
organizadas que las dominadas, y consideran como clase dominante solamente a
los titulares de puestos de autoridad dentro de la sociedad política.
·
Por
su parte, las clases oprimidas no deben ser consideradas, en principio, como
masas desorganizadas sin posibilidad de actuación, estas también poseen unas
características determinadas:
o
No
comprenden, necesariamente, a la mayoría de los miembros de una asociación de
dominación.
o
Sus
miembros no están forzosamente unidos por una “cultura”.
o
Su
existencia está referida a determinadas asociaciones de dominación, lo que quiere decir que en una
sociedad pueden darse varias clases oprimidas.
De todo esto
surgen dos preguntas evidentes, que en gran parte ya se han visto resueltas en
el análisis anterior:
·
¿Cómo
se debe representar el conflicto de clases?
La teoría de clases debe analizarse desde la
perspectiva del conflicto social, ya que los grupos de intereses, en su forma
de clases, se hallan siempre en conflicto entre sí. Los dos grupos de intereses
derivados de la distribución de la autoridad en las asociaciones de dominación
se hallan en constante conflicto. Este conflicto debe entenderse como la
aspiración de la clase dominada a modificar el statu quo, mientras que la clase dominante trata de mantenerlo.
Los objetivos del conflicto entre estos grupos
surgen de situaciones determinadas, sin embargo, su característica formal, en
el caso del conflicto de clases, es siempre el intento de mantener o de
modificar una estructura de dominación y su base de legitimidad.
·
¿En
qué forma contribuye el conflicto entre las clases a la modificación de las
estructuras sociales?
El cambio en las estructuras sociales puede examinarse
sobre un doble plano analítico: el normativo o de actuación y el factico o
institucional. Los intereses pueden ser
valores, o por otro lado, pueden ser realidades. Se extrae la conclusión de que
el cambio estructural ha de buscarse en ambas esferas. Se fija que el cambio estructural pasa por la
renovación del personal que ostenta puestos de autoridad, sea completa o
parcialmente, no obstante, hay que tener en cuenta que los cambios de personal no constituyen ya en sí mismos el
contenido del cambio estructural, sino solamente la condición necesaria para
que nuevos intereses, desde el punto de vista del statu quo,
se conviertan en valores, es decir, en realidades